Frágiles como copos de nieve

Somos tan frágiles… Somos fugaces.

Es tan fácil pensar que las personas a las que queremos son eternas… Con ellas pasamos el tiempo como el que pasa las hojas de un libro, hojeándolo. Salvo que cuando terminamos la historia, no podemos volver a empezarla para fijarnos en todos los detalles. Podemos quedarnos con las citas más bellas si nos han marcado, con las cosas grandes. Pero las pequeñas cosas muchas veces se resistirán a nuestro recuerdo. Y esas personas no son como un libro, no podemos doblar la página y releerla al terminar, no podemos volver a vivirlas.
Con esas personas nos desahogamos, con ellas nos enfadamos… porque pensamos ¡que son para siempre!
Pero somos tan frágiles como los copos de nieve, somos efímeros.
Y debemos darnos cuenta de que cada persona es un tesoro antes de que sea tarde.
De modo que valoremos cada valioso segundo a su lado, porque somos frágiles, somos fugaces.
Amemos hasta que nos quedemos sin aliento, porque un día las cosas se acaban, no esperan a que estemos preparados. Nos atacan por la espalda con un afilado puñal. Nos caemos para levantarnos heridos… sabiendo que somos fugaces, que somos frágiles, que nadie es para siempre.
Acariciemos cada minuto de nuestra existencia, abracemos la de los demás. Y sobre todo, vivamos la vida, porque precisamente el hecho de ser frágiles y fugaces, nos hace ser lo que somos.

Frágiles como copos de nieve

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