“Ahí donde se queman libros se acaban quemando también seres humanos”

Si has estado alguna vez en Berlín y te has acercado a la gigantesca  biblioteca de Bebelplatz... sabrás que al lado de esta hay una inscripción que pone la piel de gallina. Quizás hayas escuchado esta frase alguna vez, o quizás como yo, desconozcas a su autor, su fecha y lo triste de las palabras que fueron preludio de algo que no se esperaría al escribirlas.

La persona que compuso lo que hay en esas baldosas era Christian Johann Heinrich Heine. ¿Te quedas igual? Fue un poeta alemán del siglo XIX, ¡de hecho uno de los más importantes y de los más polémicos en su tiempo! Judío y de visión política liberal… podéis imaginaros que en su momento fue duramente excluido (de hecho tuvo que exiliarse a París) y décadas después de su muerte esto sería causa suficiente para que sus libros fueran reducidos a cenizas.

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Por eso está su frase en la biblioteca donde se protagonizó unas de las Bücherverbrennung Quema de libros” dentro de la «Aktion wider den undeutschen Geist» “Acción contra el espíritu anti-alemán” en el año 1933. Pero, ¿qué es exactamente lo que pone en esa placa? No es más que un fragmento de uno de los libros de Heinrich Heine, que dice así:

“Eso sólo fue un preludio, ahí donde se queman libros, se acaban quemando también seres humanos”.

Y aunque este libro data de 1817, obviamente esta inscripción se puso a posteriori, en honor a los miles de libros que se quemaron en esa plaza, de los volúmenes que fueron lanzados por las ventanas, las millones de voces calladas en esas páginas y no solo en ellas, sino bajo todo  bajo todo el yugo de una persona tan normal, que decidió comportarse de un modo despiadado. Desde Bebelplatz se comenzó la que parece casi una profecía: “Ahí donde se queman libros, se terminan quemando también personas”.

Además de leer la placa, justo en el medio de esta plaza la gente puede acercarse a ver una losa transparente que muestra lo que hay metros más abajo: cuatro paredes a modo de estanterías vacías en un pálido blanco de hospital. Es un recuerdo bonito aunque triste, que hace homenaje al espacio que deberían estar llenando los libros que ardieron esa noche.

Aquí os dejo otro fragmento, esta vez el del libro Es tarde para el hombre, de William Ospina:

Es fama que cuando Sigmund Freud se enteró de que sus libros habían sido quemados por los nazis, exclamó: “¡Cuánto ha avanzado el mundo: en la Edad Media me habrían quemado a mí!”. En realidad el mundo no había avanzado; millones de hombres entraban en los hornos del fascismo, para convertirse en cenizas, y muchos otros iban siendo cambiados en escombros de humanidad por las prácticas de humillación y degradación de aquella ideología tan singularmente moderna. Las palabras de Freud quedarían como una gran ironía sobre su época, y el mundo saldría de los infiernos de la Segunda Guerra Mundial, a tratar de purificarse de sus males por el camino de encarnarlos en unos cuantos abominables demonios.

Lo sé, tantas películas, tantas novelas ambientadas en esta época… en este momento que puede parecer lejano pero que tan cerca permanece de nuestras vidas, tal vez no iríais a Berlín a visitar los campos de concentración, tal vez miraríais el monumento al holocausto judío por su magnitud arquitectónica, no para sentir la angustia que quiso representar el artista que lo ideó.

Así que finalmente quiero decir que los esquemas con los que cada uno va por la vida, son los mismos con los que uno viaja… Y si eres capaz de pasar al lado de estas piedras, sin que te recorra un escalofrío, busca en lo más profundo tu humanidad.

2 thoughts on ““Ahí donde se queman libros se acaban quemando también seres humanos”

  • Así es, Ana. Yo también estuve en Berlín y la sensación es espeluznante, terriblemente triste. ¡Qué monstruoso puede llegar a ser el ser humano!
    Pero, gracias a Dios, hay mucha gente con un gran corazón y bondadosa como tú.

    • Eso lo tengo también cada vez más claro; igual que hay barbaridades impensables, hay actos de bondad inimaginables. Me enorgullece que me veas así Isa, gracias.

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