Cuidar de mí

No puedes cuidar de los demás si no cuidas de ti mismo.
No puedes querer a los demás si no te quieres a ti misma.

¿De verdad? Porque es lo que llevo haciendo desde que tengo uso de razón, por suerte o por desgracia. Así que, sí; puedes ser tu peor enemiga pero la mejor amiga de los que te rodean. Puedes abandonarte totalmente y jamás dejar a nadie en la estacada.

Como poder… puedes.  ¿Que sea lo mejor? Realmente no. 

Olvidar que los demás existen es una pena, pero olvidar que tú existes también lo es. Y parece que necesitamos que de vez en cuando nos lo recuerden, porque de normal la gente aplaude esto último y nos refuerza. “Ánimo, sigue así y harás feliz a muchos”. Sí, pero no. Y es que responderse con un NO LO NECESITO, no es siempre la mejor opción.

Podríamos aprender después de años en la Tierra que a veces debemos concedernos caprichos. Que a veces podemos mimarnos, y no es egoísmo, no es un fallo humano. Es lo mejor que podemos hacer en según qué circunstancias. De verdad. Y lo dice alguien a quien esto le supone un reto gigantesco. Así que entiendo, a algunas personas les puede costar más de lo que podamos imaginar. A mí me va a costar, porque voy a tener que pelear contra muchas angustias que pongo inconscientemente en mi horario sea el día que sea.

Sin embargo hoy…

Hoy no te vas a sentir mal por tomarte tu taza de chocolate caliente, ni por ponerte un cruasán en la tostadora para el desayuno.

No te vas a culpar por faltar a tu compromiso del domingo por la noche. Ni por llegar con ropa cómoda a la comida con tu familia. Ni por acabarte las galletas saladas que hay frente a tu plato de arroz al horno.

Hoy no te dejo culparte por necesitar un descanso; ni por ver un nuevo capítulo de la serie que jamás debiste empezar justo antes de dar comienzo a tus exámenes finales.

No vas a pagar tu falta de amor propio con esos pequeños granos, a inspeccionarlos con lupa y evaluar lo mucho que empeoran tu aspecto. Vas a admirar los recién adquiridos reflejos rojos de tu pelo, y los rizos que rebotan en tu nuca. Así como otros detalles insignificantes que pasas por alto normalmente.

Hoy no te vas a sentir culpable por escuchar música todo el día y por no ser capaz de concentrarte a veces.

Hoy no pensarás en todos los trabajos que has de entregar, hoy dejarás que te ayuden. No te pondrá nerviosa que cada compañero haga su parte; porque si tú hoy te tomas un descanso, a nadie va a importarle.

Hoy vas a cuidarte. Y no vas a llamarte egoísta por ello.

Hoy vas a mimarte. Y no vas a dejar que la ansiedad asome un poco la cabeza por el marco de la puerta de tu entrada. Si se atreve a mirarte con mala cara al ver que hoy por fin te cuidas, ¡atrévete a plantarle cara!

Anda, aprovecha y acábate ese libro que llevas leyendo tres meses y no tiene ni 200 páginas. Pero no te culpes si no lo haces. No te culpes.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *