El secreto de las mariposas

El secreto de las mariposas

Es la mariposa, la de bellos colores, la que envidia la dicha de la tranquilidad y pausado comportamiento de la oruga. Es ella, la de alto vuelo y elegancia, la que mira a su antiguo ser y envidia. Sí, envidia.
Igual que la larva codicia las alas de la mariposa y sus perfectos matices de arcoíris.
¿Acaso está en la naturaleza de todo ser vivo desear lo que no se tiene? ¿Querer volver siempre al pasado? Tal vez.
Pero la mariposa no dice esta verdad, guarda el secreto, y en silencio, anhela el lento deslizar de su juventud, los lugares conocidos, la marcha inmóvil que caracterizaba su caminar.
Ahora, siempre ajetreada, con pavor a terminar bajo un cristal con un alfiler clavado en el alma y sumergida en alcohol, teme. Vuela rápido hacia un lugar y hacia otro, por zonas siempre desconocidas. Y a veces, hasta siente vértigo. Ve las flores y sus tonalidades brillantes, pero ya no las aprecia, pues las carga en sus alas por todas partes…
Está cansada y solo desea volver a ser joven.
Mientras, la oruga aspira a ser como ella, libre y hermosa.
Y es que el secreto de la mariposa, el de la larva, el secreto dicho a gritos que todos escondemos es que queremos lo que no poseemos y que no sabemos apreciar lo que es nuestro en cada momento.

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